
Hace un mes, mientras en la Argentina se celebraban elecciones legislativas, en Honduras se producía un Golpe de Estado cívico-militar que desplazó del Ejecutivo al presidente electo en 2005, Manuel "Mel" Zelaya Rosales.
La oposición, un frente conformado por los partidos tradicionales (el Liberal y el Nacional) el Ejército y el Poder Judicial, adujó que el presidente estaba llevando a cabo una consulta no vinculante que la Justicia había declarado ilegal. Desde el entorno de Zelaya, se respondían dos cosas: en primer lugar, el debate constitucional sobre la posibilidad del mandatario de llevar adelante una consulta. Y en segundo lugar, aún si no fuera legal, el impedimento de destituir a un mandatario de la manera que se hizo.
A partir de ahí, se abrió un impassé, en el que la comunidad internacional intentó forzar a los golpistas a que abandonarán el gobierno y restituyerán al presidente.
Incluso, se inició una mediación, la del presidente costarricense Oscar Arias. El mandatario fue premiado con el Nobel de la Paz en 1987 por haber participado de los procesos de paz en los conflictos armados de América Central de los años ochentas, especialmente por su férrea oposición al apoyo estadounidense en el conflicto nicaragüense de los contras.
Está mediación, que en un primer momento los golpistas rechazaron porque incluía la restitución de Zelaya, fue también desestimada luego por el ex mandatario, que considera que el plazo para la negociación finalizó y ahora se encuentra en la frontera entre su país y Nicaragua "organizando la resistencia pacífica del pueblo".
Para hoy, y según aseguró Rafael Alegría, dirigente campesino que fue detenido por varias horas este fin de semana, habrá protestas, cortes de ruta y otras manifestaciones en todo el país.
"El ánimo del pueblo es muy fuerte" y el grado de movilización "muy bueno", afirmó Alegría, citado por la agencia noticiosa italiana ANSA, a horas de cumplirse un mes del golpe de estado en Honduras.
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