
Posiblemente, Roland Emmerich nunca llegue a ser un director respetado y famoso como lo son, digamos, Francis Ford Coppola, Steven Spielberg o James Cameron. Sin embargo, el día que haya que escribir sobre lo que fue el cine de Hollywood durante los primeros años del siglo XXI (para bien o para mal) quizás lo más justo sería mencionar a Emmerich antes que a sus ilustres colegas.
Que quede claro: Emmerich no tiene otro talento más que el de darle al público de los Estados Unidos lo que éste pide. Podría decirse que, en cierto modo, Emmerich es "el" director por antonomasia de la gran industria cinematográfica de Hollywood. Si esto es un elogio o un insulto queda a consideración de cada espectador.
Pero retrocedamos un paso: ¿qué hizo Roland Emmerich para que se digan todas estas cosas sobre él? Bueno, basta con recordar sus cinco filmes más famosos para darnos una idea de a qué se dedica este hombre: "El patriota", "Día de la independencia", "El día después de mañana", "10.000 A.C."y, ahora, "2012".
A quien haya visto por lo menos dos de estas películas, la enumeración le alcanzará para tener un panorama sobre el universo creativo de Emmerich. Un universo grandilocuente, marcadamente nacionalista, lleno de efectos especiales y con un éxito en las boleterías que es el sueño de cualquier productor.
Ahora enfoquémonos en "2012", su más reciente creación. En esta película, Emmerich se ha propuesto filmar (o más correcto sería decir "posproducir") la más grande película del género "catástrofe" de toda la historia. Y hay que decir que lo logra. Aunque nuevamente vale una aclaración: "grande" no significa "mejor".
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