
Metallica es una de las máquinas más poderosas y demoledoras del rock mundial y esto quedó ratificado el jueves por la noche en el primero de los dos conciertos en el Monumental, en el que dejaron atrás la amargura de la gente por la suspensión de sus presentaciones en 2003.
El público argentino respondió feliz y entusiasmado al punto tal de sonrojar al inconmovible guitarrista y cantante James Hetfield, que terminó señalando: "Esta noche hicimos historia Buenos Aires".
A pesar de estar casado con una santafesina de nombre Francesca, Hetfield habla muy poco castellano y el bajista Rob Trujillo, que es descendiente de mexicanos, apenas si dice "buenas noches".
Pero el jueves por la noche el idioma fue la música, una tremenda tormenta eléctrica que conforman las guitarras de Hetfield y de Kirk Hammett, aposentada sobre la base demoledora de Trujillo y del baterista Lars Ulrich, el otro líder del grupo.
Aunque ya no es ese vikingo endemoniado que arrasaba con los escenarios en la segunda mitad de los 80 y principios de los `90, Hetfield es hoy el general teutón de un ejército que entra al campo de batalla sabiendo que se llevará la victoria por demolición.
A lo largo de los años, Metallica refundo el heavy metal, mezclando todos los estilos, y sobresaliendo por los acordes entre sinfónicos y diabólicos que Hammett y Hetfield obtienen de sus guitarras.
El rito se inició a las 21.15 cuando se emitió un video del western spaghetti en "Lo bueno, lo malo y lo feo" con imágenes de Clint Eastwood y en especial esa escena de Elli Wallach en la que se pierde en un cementerio, mientras suenan unos delirantes acordes clásicos.
Mientras la gente coreaba esa canción de la película, los cuatro jinetes del Apocalipsis emergieron y arrancaron con la canción "Creeping Death" del disco "Ride the Lightning" (1984).
No hay comentarios:
Publicar un comentario